13 de julio de 2010
El invaluable negocio de las experiencias
Por Macarena Anrique Vial
Hotel Valdivia
¿Es posible que un dormitorio incluya jardines al aire libre con plantas reales y cascadas? Sí, es factible y quienes conocen el Hotel Valdivia saben cómo este lugar hace realidad los ambientes más increíbles, marcando su distinción a partir de innumerables detalles, incluido su nombre: hotel y no motel.
Desde hace 52 años, el negocio de esta empresa es ofrecer una experiencia a sus clientes a través de colores y luces capaces de estimular los sentidos, complementando con espacios finos, artículos y trabajos exclusivos: creaciones de artistas y piezas originales, entre los que se cuentan muchas antigüedades, griferías de Oriente y mosaicos españoles.
La empresa partió hace 52 años con siete habitaciones en el mismo lugar de la comuna de Ñuñoa donde se encuentra hoy. Llegó a tener 60 y hoy, a partir de la unión de algunos cuartos, ofrece 48 dormitorios, cada uno con una ambientación única trabajada para dar curso a un viaje de sensaciones.
Parque Safari Chile
Recrear la experiencia africana internándose en el hábitat de leones africanos y otros animales, todos en libertad, es la intención del Parque Safari Chile, un lugar destinado a toda la familia que, desde 2006, revoluciona la oferta de negocios que nos permite observar y conocer la vida salvaje.
Incluye desde especies de granja hasta aquellas propias de la sabana africana y, prontamente, a los cerca de 400 ejemplares que actualmente habitan en las 5 has que forman este zoológico se integrarán jirafas y cebras para formar parte de nuevos safaris, tal como se pretende hacer con osos y tigres. Asimismo, en la mira de Iván Sánchez, ex fruticultor, amante de los animales y creador de esta empresa, se cuenta la generación de safaris en Argentina y la implementación de un lodge con cabañas de estilo africano.
Librería Leo y Lola
Muchos tienen el prejuicio de que el mundo de los libros no es entretenido para los niños. En Leo y Lola, esa idea cae al suelo porque grandes y chicos tienen a su disposición una variedad de juguetes e implementos didácticos para que los pequeños, junto a sus padres, puedan ir leyendo o escuchando las historias que los textos les entregan, al tiempo que se divierten.
Atentas a las sugerencias y necesidades de quienes visitan su librería, las socias creadoras de esta empresa complementaron a los pocos meses su oferta con una cafetería de variado menú, donde los adultos pueden sentarse a conversar o distraerse, mientras los chicos permanecen en un área segura, con juegos adaptados a cada edad. Así, actualmente, Leo y Lola figura como un espacio de encuentro para personas con intereses y necesidades comunes inserto en un ambiente de barrio, dentro de la comuna de Vitacura.
Harvest Experience de Viña Casas del Bosque
Con cuatro temporadas exitosas a su haber, el Harvest Experience de Casas del Bosque se proyecta como una importante área de negocio turístico para esta viña. Se trata de una actividad que permite adentrarse en el trabajo de la cosecha de uvas específicamente durante la temporada de vendimia en esta zona del valle de Casablanca (desde marzo hasta mediados de mayo).
Surgió a partir del interés de los mismos turistas y para implementarlo la empresa aprovechó su completa infraestructura, así como su personal constantemente capacitado en las labores que implica la elaboración de vinos, sabiendo maximizar sus recursos en pos de entregar un nuevo servicio para sus clientes. Con el sello que implica ofrecer una vivencia, el Harvest Experience cada vez capta más interesados; así, por concepto de turismo, Casas del Bosque recibe cerca de 18 mil personas al año y cerca del 30% corresponde a este programa.
Bob Borowicz: El fenómeno Toyotomi
Comenzó comprando tres estufas en 1995, para luego traer 800 a fines del 2002 y llegar a 20.000 en menos de cuatro años. Hoy, cuando ha pasado una década y media, su crecimiento es del orden del 40% - 50 % anual, en un mercado que mueve alrededor de US$50 millones al año.
Por Daniela Suau Contreras
Piloto profesional, deportista y empresario, nuestro emprendedor de esta edición, Bob Borowicz (37 años), es un cazador de oportunidades. Aunque, humildemente, asegura que el éxito de Toyotomi ocurrió “un poco por casualidad”, aquel impróvido olfato hoy le permite moverse en un suculento mercado de las estufas a parafina (láser), en el que la marca que representa goza de una participación –nada despreciable- del orden del 60%. ¿Cómo lo hizo?, te lo contamos a continuación.
Primeros años
Pese a que no recuerda ni una pizca de influencia emprendedora en su familia, Borowicz asegura que lo que sí tuvo claro desde siempre es que sería piloto. Por esto, siendo alumno de III° Medio del Colegio San Juan Evangelista, resuelve postular a la Fuerza Aérea de Chile (Fach), pero por un problema a la vista no pudo entrar. “Ahí decidí hacer el curso de piloto privado mientras estaba estudiando (…) Así, saqué mi licencia de piloto antes que la de conducir”, cuenta Borowicz.
Mientras juntaba horas de vuelo, en cuanto salió de IV°, ingresó como sobrecargo a American Airlines. Años después empzaría a volar en Fast Air, aerolínea que hoy es LAN Cargo. “Ahí comencé con el F8, un avión de carga muy antiguo, después pasé al Boeing 767 y a los dos años ascendí como capitán de éste, durante 10 años. Luego llegaron los triple 7 (Boeing 777F), uno de los modelos de carga más modernos del mundo. Súper grandes. Llevo un año volándolo y ahora soy subgerente de la flota en LAN Cargo”.
Nace Toyotomi
Durante 1995, trabajando en la aerolínea Alta, solía traerse varios aviones vacíos y en uno de sus viajes, un compañero de trabajo le pidió que por favor le trajera dos estufas a parafina. “Me insistió tanto que acepté. Aunque las encontré súper raras, como me habían hablado tantas maravillas, decidí traerme una para mí también. El modelo de aquel entonces, era el de mecha, que hoy, de cariño, nosotros llamamos Arturito”.
Una vez que se reunió con los representantes de Corona, en 1998 viajó a conocer las instalaciones en Japón y comenzó con las primeras importaciones. “Primero compré 30 estufas, puesto que no tenía ninguna expectativa de que fuera un negocio grande, sino más bien algo paralelo. Las primeras 30 me deben haber costado unos US$5.000 de la época”, que Bob Borowicz obtuvo de ahorros personales.
En cuanto a la importación, de 30 pasó a traer 70, después 150; hasta que en 2001, se decidió a ir a hablar con la gente de Sodimac: “El primer año no me pescaron, ni siquiera me escucharon y eso que conocía harto a los dueños”. Sin embargo, aunque el ingreso de las estufas al mundo del retail tardó, el posicionamiento avanzó a paso firme.
El gran salto
En junio del año 2002, logra finalmente convencer a Sodimac de venderles 200 estufas, pero antes debía mandar a certificarlas en Chile, lo que era necesario para ofrecerlas en las tiendas. “Las llevé y el certificado se demoró 10 días; período en el que se me acabaron las que tenía”. Así, al año siguiente se comprometió a traer un container de 440 unidades: 200 para la multitienda y 240 para su propia distribución.
Así llegó el año 2004, cuando Borowicz debió tomar otra decisión importante en torno a su negocio de las estufas a parafina. “Existía otra marca que se llamaba Toyotomi y que siempre veía en internet y en mis viajes. Eran un poco más caras pero tenían mejor aspecto y mayor diversidad de modelos. Así llegué hasta la gente que las distribuía en EE.UU.”.
La locura por las Toyotomi
Durante 2007, un año en el que el frío azotó fuertemente la zona centro - sur del país, ocurrió lo que hoy podemos llamar coloquialmente como el “fenómeno Toyotomi”: peleas de clientas que querían llevarse más estufas, que no alcanzaron a comprar o que eran capaces de viajar cientos de kilómetros porque supieron que en otra ciudad quedaban más ejemplares, se transformó en algo habitual.
Proyecciones
Pese a que hace tres años firmaron un contrato formal para contar con la representación de Toyotomi desde México al resto de Sudamérica, aún no han concretizado nada. Por esto, sus proyecciones actuales más bien van por la evolución de su producto.
Con los ojos puestos en China: Traspasando los límites de la gran muralla
Por Francisca Cordero Unghiatti.
Actualmente China cuenta con una pujante clase emergente, equivalente a 250 millones de personas, con un poder adquisitivo cada vez mayor, lo que significa una creciente demanda por bienes y servicios.
La situación en Chile además es cada vez mejor: se firmó un tratado de libre comercio con los nipones en 2005, que fue un hito en la canasta, “hoy se exportan más de 500 productos distintos a esta nación, contra los 344 que salían antes de la entrada en vigencia del TLC”, asegura Chihon Ley, director de Programas en Asia de la U. Adolfo Ibáñez,
Además, con la firma y ratificación del Acuerdo de Servicios complementario al TLC vigente desde abril de 2010, se multiplicaron las oportunidades “A los rubros tradicionales se agregan los de arquitectura, ingeniería, geología y educación, entre otros, que pueden ser perfectamente cubiertos por pymes exportadoras de servicios profesionales y que además tienen la ventaja de no ser emprendimientos intensivos en capital”, sentencia Chihon Ley.
A primera vista perece un negocio infalible sin embargo es bastante complejo y muy diferente a la realidad chilena, por lo cual se hace necesario buscar entidades especializadas para poder informarnos al respecto.
Para evitar decepciones, Félix de Vicente, director de Pro Chile recomienda informarse con la institución, “nuestra Oficina Comercial en Shanghai, monitorea constantemente este dinámico mercado para ofrecer todo lo necesario para tomar las mejores decisiones: investigaciones de mercado, regulaciones, normativas, tendencias y oportunidades de negocio, entre otras, son parte de los recursos que ponemos a su disposición”.
Ya evaluados ciertos criterios se deben buscar los rubros donde nuestra pequeña faja puede ser útil para el tigre asiático.
En primer lugar, la contingencia abocada al desarrollo de este país los ha llevado a la búsqueda de mejorar su cadena de valor en distintas industrias, para lo que “están buscando soluciones destinadas a sus procesos con lo que nace una demanda creciente de los servicios y tecnologías, además de un incremento del gasto en investigación y desarrollo en un promedio de 23,6% anual desde 2003 a 2008”, advierte Álvaro Echeverría, director de la Cámara de Comercio Asia Pacífico.
Por otra parte, luego del terremoto del 27 de febrero quedaron demostrados los altos estándares de calidad de nuestro país, tanto en ingeniería como construcción que ahora “representa un capital clave para situarnos como proveedores de estos servicios en mercados internacionales”, sostiene Félix de Vicente, director de ProChile.
También es fundamental entender que China re-exporta los productos al resto de Asia, representando la puerta de entrada al continente, tanto para el área textil, como para la agroindustria
Por último, como producto del poder adquisitivo ya mencionado, existe una gran masa de chinos que se abre al turismo. “Sólo en 2008, 45 millones de chinos salieron de su país, creciendo 12% en comparación a 2007 y con una proyección de 100 millones de turistas orientales al 2020”, asegura Julie Kim, Directora del Centro Asia Pacífico de la U. Diego Portales.
Para todos estos rubros es primordial conocer cómo funciona la cultura y tener paciencia ya que “China no es un lugar en el cual uno se instala a hacer negocios y te salen de manera simple, fácil y rápida. Todo lo contrario. Hay múltiples barreras”, declaró Sebastián Poli, fundador de la empresa IMEX Trading International en una entrevista para la Cámara Chileno-China de Comercio, Industria y Turismo; a lo cual agrega que “Una compañía extranjera en esas latitudes necesita con frecuencia de tres a cuatro años para obtener un resultado satisfactorio”.